sábado, 25 de mayo de 2013

LA TRANSMISIÓN ELÉCTRICA DE MENSAJES

LA TRANSMISIÓN ELÉCTRICA DE MENSAJES

La invención del telégrafo eléctrico en 1837 estableció por primera vez la posibilidad de la comunicación a distancia en forma instantánea.

El telégrafo inauguraba un nuevo esquema técnico de comunicación a distancia basado en la transmisión de impulsos eléctricos. Un fructífero árbol técnico del cual, en sus poco más de 150 años de existencia, nacieron sucesivamente el telégrafo, el teléfono, la radiodifusión, la televisión y las redes telemáticas, es decir, el encuentro de las telecomunicaciones y la informática. Un fenómeno muy reciente en la historia de la humanidad, cuyo desarrollo se realizó a un ritmo desconocido hasta ahora y sin el cual no es posible imaginar la organización social contemporánea.



La transmisión eléctrica de mensajes, al margen de su importante repercusión sobre la actividad mercantil de la época, contribuyó al desarrollo de las agencias de noticias que habían germinado alrededor del florecimiento de la prensa de masas a partir de la década de 1830.

Gracias a las agencias, los diarios podían tener un acceso rápido y barato a informaciones provenientes de sitios distantes. La rapidez en llegar al público se convirtió en un factor importante para valorar el interés de una noticia. El contenido de las publicaciones fue adquiriendo un carácter menos local y más mundano. Simplificando mucho se puede decir que las agencias hicieron que la prensa se acercara a lo lejano y se alejara de lo cercano.

Esta rapidez tardó algo más en llegar a esta parte del mundo. El camino de las noticias de hechos sucedidos en el otro lado del océano continuó siendo lento y tortuoso durante algunas décadas más.
Las noticias de Europa tardaban semanas en llegar a la Argentina, en ocasiones incluso meses. Así es que cuando apareció La Prensa, en 1869, la mayor parte de la información era de origen nacional. El diario La Nación. fundado por Bartolomé Mitre en 1870, se abonó a los servicios de las agencias de noticias y además comenzó a integrar una red de corresponsales en el extranjero. Aún así, durante varios años las noticias internacionales siguieron llegando con mucho retraso.

La invención del teléfono, en 1876, supuso un salto trascendente en la historia de la comunicación. El teléfono, mediante la transmisión eléctrica del sonido, abrió la posibilidad de que dos interlocutores situados en lugares distantes conversaran desafiando las barreras del espacio, haciendo realidad antiguas utopías científicas.



El gramófono o máquina de discos que inventó el alemán Emile Berliner en 1888, y el fonógrafo musical de Thomas Alva Edison, que empezó a comercializarse a mediados de la década de 1890, representan un hito fundacional en la historia de las tecnologías de la comunicación Por primera vez entraba en el ámbito doméstico una máquina de comunicar destinada exclusiva­mente al entretenimiento.



El aparato de discos no tardó en alcanzar una gran popularidad. En 1920, año de la entrada en funcionamiento en los Estados Unidos de la primera emisora comercial de radio, en la mitad de los hogares norteamericanos había un fonógrafo, convertido en el segundo medio de comunicación de masas en importancia, después de la prensa.  




En 1887, el físico alemán Heinrich Hertz construyó un aparato que podía producir y detectar ondas electromagnéticas capaces de propagarse en el aire. Al cabo de los años, este principio técnico fue aprovechado para transmitir sonidos e imágenes a istancia. El primer paso fue la invención de la telegrafía sin hilos, puesta a punto por Guillermo Marconi (1874-1937) entre 1894 y 1897, que permitía enviar y recibir a distancia mensajes en código Morse a través de ondas hertzianas.

Siguiendo el aliento del telégrafo sin hilos, la investigación técnica continuaba avanzando. La próxima etapa era la transmisión inalámbrica de la voz humana. Este objetivo empezó a hacerse realidad a finales de 1906 gracias a la invención del tubo de vacío (o válvula), punto de partida de la electrónica.

Desde 1906 hasta 1920, en los Estados Unidos se desarrolló el uso de la radio como medio de comunicación punto a punto, abierto a todos, instantáneo, gratuito y sin restricciones para miles de radioaficionados poseedores de diferentes tipos de aparatos receptores y emisores (en Morse o sonoros), construidos por ellos mismos.


Paulatinamente, las prácticas de los radioaficionados (y los intereses comerciales de los fabricantes) fueron desplazando el uso hacia la difusión, forma que terminó por imponerse, dando nacimiento a uno de los pilares básicos de la sociedad de masas

A partir de 1922, surgieron cientos de emisoras de radio a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Música, boletines de noticias informativos, retransmisiones deportivas, conferencias, servicios religiosos, discursos políticos y obras teatrales entraban por primera vez en el hogar. El impacto fue inmediato. En sólo tres años, entre 1922 y 1925, el número de receptores de radio pasó de 400.000 a 4.000.000. En 1930, los aparatos instalados eran 13.000.000 y en 1935 alcanzaban 30.500.000, lo que significaba casi un receptor por hogar.





En un abrir y cerrar de ojos, el receptor de radio reemplazó al fonógrafo como cen­tro de atención del ocio familiar. Los editores de prensa, en un primer momento, pensaron que la radio también terminaría por hacer desaparecer los diarios, pesimismo que no tardó en demostrarse injustificado. De hecho, entre 1920 y 1950 el número de diarios por hogar se mantuvo estable.

No obstante, la competencia de la radio tuvo consecuencias directas en la prensa diaria, la cual se vio obligada a cambiar el modo de enfocar las noticias. El valor de lo inmediato dejó paso, a partir de entonces, a una mayor atención en la interpretación de los acontecimientos.

La radiodifusión impulsó transformaciones importantes en el uso del tiempo libre y representó un vehículo fundamental para la integración social de amplias capas de la po­blación. Gracias a la radio, millones de personas podían escuchar simultáneamente las mismas noticias y los mismos anuncios publi­citarios, bailar las mismas canciones, emocionarse con los mismos melodramas* o reírse con los mismos chistes. La radio estimulaba de este modo el sentimiento de pertenencia a la comunidad y homogeneizaba la vida cultural y comercial en un marco de controlado pluralismo, cuando no era utilizada, llana y sencillamente, como arma de propaganda política en períodos de crisis y guerra, en especial por los regímenes totalitarios.



Uno de los mayores problemas que se plantearon al inicio de la radiodifusión fue la financiación de las emisiones. En los Estados Unidos, tras algunos años de intensos y controvertidos debates, la solución que terminó por imponerse fue la inclusión de publicidad comercial. Modelo que antes o después terminó por adoptarse en casi todos los países del mundo. Entre ellos, la Argentina. De este modo, la publicidad se convirtió en uno de los ejes de la programación radiofónica.


Fuente: La lengua en los medios de comunicación  Débora M. Chomski - Diego Levis, Kapelusz

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